Querido Director:
Soy Capitán de Aviación en situación de retirado. Nací en Valverde en 1915. Como profesional de
mi Ejército, también contribuí con mi presencia y colaboración a la Guerra de Sidi-Ifni y Sahara. Podríamos
decir para nosotros, que en Aviación la guerra empezó un año antes.
Fue en 1956, una tarde de primavera, llegó a casa una furgoneta con varios compañeros míos, diciéndome
uno de ellos: "Tienes tres minutos para hacer la maleta y venirte con nosotros". Había que
cumplimentar la orden de destacar a Canarias un grupo de aviones de bombardeo Heinkel 111. Suponíamos
que era para proteger el Sahara, donde aumentaban las escaramuzas.
En mi casa, la sorpresa fue brusca con maleta incluida. Sólo sirvió para permanecer yo, toda la
noche en Tablada, poniendo a punto los aviones que al día siguiente debían partir para Canarias.
En agosto de 1957, los destacados y en alerta, llevábamos varios meses en la Base Aérea de Gando,
en las Palmas de Gran Canarias. El día 11 de agosto, un avión Heinkel 111 destacado en la BaseAérea
de Sidi -Ifni, en pleno vuelo con problemas recibió orden de arrojar al mar las bombas que portaba y
tomar tierra. Esto último no lo consiguió, porque a la Base Aérea de Sidi-Ifni, a veces en verano la
cubre una densa niebla que la deja fuera de servicio, siendo éste el motivo del hundimiento del avión
en el mar con siete compañeros tripulantes a bordo. Al día siguiente, se ordena cubrir la baja del avión
siniestrado y mandan otro avión a Sidi-Ifni, con cinco tripulantes, entre los cuales y, muy honrado, me
encontraba yo.
En el Sahara las distancias entre base y base son muy grandes. Despegamos de la Base Aérea de
Gando con rumbo a Sidi-Ifni y, a la altura de la Base Aérea de Cabo-Jubi por avería de un motor, tomamos
tierra ella, donde pernoctamos para reparar. Al día siguiente y reparada la avería por el mecánico
del avión, éste me dice al oído “el motor está reparado, pero de aquí no salimos hasta que lo
diga yo, porque es martes y trece”. No obstante minutos después despegábamos con rumbo a Sidi-Ifni
haciéndonos cargo de las misiones encomendadas.
Al siguiente día salíamos de Sidi-Ifni para hacer un reconocimiento y tomar tierra en Villa Cisneros,
capital del Sahara Español (con menos de 2.000 habitantes, también en guerra, pero había un
abismo entre Sidi-Ifni y Villa Cisneros en todo). Los miércoles de cada semana llega un avión de Iberia
procedente de Madrid con viajeros. Ese día era casi festivo y asistía mucho público a recibirlo, y
como yo estaba junto a mi avión, presencié su llegada, del que sólo descendió una pasajera. Entre nosotros
alguien comentó: "No preocuparse, que el avión viene a por langosta, que aquí vale cinco duros
el kilo y en Madrid pasan de los 40". Ese mismo día saludé a un paisano, capitán de la Legión y casado
con una valverdeña y, aunque le conocía solamente de vista, por tratarse de coincidir con nuestra
Feria no dudé en saludarle y decirle junto a mi avión: "Mi Capitán, ¡si este avión nos pudiera llevar
a la Feria de Valverde!". La contestación fulminante fue: "¿pero usted es de Valverde?". En Villa Cisneros
observé por primera y única vez en mi vida, el bellísimo fenómeno del "espejismo".
Yo pertenezco a otra generación anterior, y cada generación tiene su propia personalidad y su criterio
de las cosas. Guerra equivale a sacrificio, y ahí entra todo. Yo, pertenecí durante varios meses al
Rgto Infª Soria 9, destacado en el polvorín de Niebla cuya explosión causó tantos estragos. He conocido
varias guerras, unas por referencias y otras vividas. En la de Cuba mi suegro Patricio Romero estuvo
allí cuatro años y cuando regresó, entre otras cosas contaba que a veces el agua que bebían era
de los pocitos que formaban la huella de las pezuñas de los caballos. El Hospital Militar de Sevilla se
llama "Vigil de Quiñones" porque un capitán médico en Cuba, llamado así, quedó solo en una trocha
y asumió el mando de las tropas.
De la guerra civil, entre hermanos, mejor no hablar. Sólo sabemos lo que pasó los ochentones que
quedamos porque las historias son eso, historias. En la guerra de Ifni-Sahara el peor enemigo era el
terreno tan abrupto, el clima tan desigual y las distancias tan largas. También estoy en posesión de la
Medalla Ifhi-Sahara.
Por último, dedicar una oración por los siete compañeros míos, hundidos en el mar, en las inmediaciones
de la Base Aérea de Sidi-lfni, y por los demás caídos en esta guerra.